
Cuando los soñadores emprenden, suelen brindar gratas sorpresas cómo la que nos encontramos Álvaro Gómez (@eltriclinium) y yo en mitad de la estepa toledana. Cabañas de la Sagra es el último lugar en el que nadie en su sano juicio abriría un restaurante a excepción de César Martín. Un chaval que tras trabajar por medio mundo ha decidido volver a su tierra para echar raíces y arrancar un prometedor proyecto con el que reivindicar el producto local en la que fue casa de su bisabuela.
Casa Elena te recibe con un patio típicamente manchego en el que encuentras una pequeña terraza rodeada de árboles, arbustos y macetas. Un sitio fantástico para tomarte algo con una temperatura más agradable de la que yo encontré en mi visita, la cual me obligó a cruzar con rapidez sus puertas exentas de pegatinas en busca de auxilio gastronómico y de una cervecita fresquita fresquita. Allí nos recibió el propio César con su infinita sonrisa para proponernos tomar el aperitivo en el bar junto a una rubia y una tostada artesanal, oferta que por supuesto aceptamos.
Pasamos por una puerta minúscula en la que más de uno se habrá limado los cuernos, para admirar un espacio poco común que brilla por su decoración rústica y limpia. Es inevitable mirar la cocina de leña y no viajar al tiempo, al igual que es imposible no curiosear las ginebras ... la gran mayoría españolas (detalle). Nos sirven primero la rubia (La gorda, cervezas Salvaje) con un buñuelo de mousse de morcilla, crema de orejones y flor de ajo de su huerto que estalla nada más meterlo en la boca. Sabor potente sin desbocarse que marida a la perfección con esta cerveza de Campo de Criptana que da pistas sobre el criterio de la propuesta.
Seguimos con la tostada (La flaca, cervezas Salvaje) que resultó estar aún más buena, y que tuvo la virtud de bajar el exceso de sal de un aperitivo sabroso pero mejorable. Y es que las lentejas con crujiente de salmón y escabeche de conejo a la naranja daban una leche considerable por culpa de una piel que probablemente no limpiaron con el celo que requería. Quizás una reducción que pusiera un punto dulce, hubiera hecho de este bocado algo muy notable.






Nos decantamos por el menú degustación de la casa (35€) con maridaje (15€), la mejor opción para conocer la cocina de Ignacio Rosado. Un jovencísimo chef de veinticuatro años que estuvo a las órdenes de Iván Cerdeño en "La Casa del Carmen", con un desparpajo entre fogones que a veces llega a resultar insultante. A más de un@ le gustaría tener la valentía, los sabores y los puntos de cocción que encontramos en Nacho. Un cocinero al que le dejan campar a sus anchas para evolucionar sin limites y ofrecer una propuesta de mercado en constante cambio que querrás repetir.
Empezamos el homenaje con un pan blanco recién horneado (que si lo pilla mi abuelo le dura cinco segundos) para mojar sobre un aceite de oliva de la zona (Pago de Quirós, mezcla arbequina y cornicabra) muy rico. Seguidamente nos trajeron una anchoa doble cero de Santoña sobre tomate eco y pan casero de algas, acompañado de unas huevas de trucha que maridamos con una manzanilla para jugar con la salinidad. Snack sencillo, intenso, con un toque picante muy sutil dónde destaca un excepcional tomate.
Antes del segundo aperitivo, César nos trajo un mosto parcialmente fermentado de Corpus del Muni (Bodegas del Muni, verdejo y Riesling) que jugó a la perfección gracias a su dulzor con el brioche de naranja y azahar, con terrina de foie, rábano, albahaca, fresa y uva blanca que nos presentaron después. Bocado ganador cómo dijo Álvaro gracias a la melosidad y unos toques cítricos muy interesantes. Mucho flow.
Y para cerrar los entrantes volvimos a una corteza pasada de sal que desmerecía a un pedazo de tartar de trucha ahumada y marinada con cítricos acompañada de sus huevos y de su piel crujiente. Hay que reconocer que el planteamiento es de diez en texturas, pero por el camino se pierde un toque acevichado y encurtido que me pareció sublime al probar el tartar a secas. Snack con margen de mejora y bien regado con un verdejo de Rueda (sin D.O.) de Finca las Caraballas.




Sin despistarnos nos vamos a un arroz meloso de conejo y caracoles con crema de guisantes y polvo de trompeta de la muerte. Perfecto punto del grano y un fondo muy apetitoso que se ve redondeado con la sensacional crema. Plato tradicional de caza manchega llevado a su máxima expresión. Súper.
Rematamos los principales con un rape glaseado, aire de guisantes sobre albahaca, espinacas salteadas en aceite de sésamo, puré de limón y barbacoa y salsa ponzu. Seguimos maridando con el chardonnay otro de los platos estrellas del día. Puntos dulces, ácidos y potentes para acompañar a un pescado noble perfectamente cocinado que deja un sabor en paladar que es gloria bendita aunque recuerda rápidamente al primer principal al llevar la misma salsa. Un detalle tonto que borramos con un cortante. Un sorbete de manzana verde, pepino y apio con un poco de rábano y uva que refresca y funciona casi cómo un digestivo.




Y para acabar la faena gorda, nos brindaron la posibilidad de degustar un pase extra que no suelen tener todos los días debido a la escasa disponibilidad del producto principal. Y es que las mollejas de cordero de lechal con verduras de temporada y su huevo de corral son una delicatessen que por desgracia el cabrero no puede proveer con regularidad al tener pocas cabezas de ganado. Nacho las limpia con celo y las guisa de manera excepcional. Probablemente las mejores mollejas que haya probado en mi vida. ¡¡¿¿Y que a la gente no le guste la casquería??!! Con platos cómo este desde luego que no lo entiendo.
Antes de empezar con los postres volvemos al mosto parcialmente fermentado del principio para añadir más frescor que dulzor. BYE BYE PX. Limpiamos la boca con una crema de limón con merengue suizo que lleva una especie de barquillo machacado que proporcionó una textura brutal a este pre-postre. No os quiero contar ni lo bien que entró ni cómo estaba la crema. Adicción pura ... Álvaro se relamía.




Y para rematar un menú más que completo con una relación calidad precio que da risa, terminamos con un postre del segundo de cocina. Otro chaval que han rescatado para la causa de César que en este caso viene de Casa Marcial con la receta del arroz con leche medio aprendida. Y ojo, que no tiene la misma textura pero el sabor se le acerca tan peligrosamente que me recuerda al que probé en La Salgar. Riquérrimo.
Los cincuenta y siete kilómetros que separan Cabañas de la Sagra con la capital son apenas cuarenta minutos de coche que os pueden aportar una felicidad impagable. Unos sesenta euros con cervezas y copa incluida. Un chollazo que ningún amante de la buena mesa debe perderse ... yo volveré más pronto que tarde (apunta a 5 estrellas). Ahora sólo falta que vayas tú ... ¿a qué esperas?
DIRECCIÓN: C/ Nueva, 15 - Cabañas de la Sagra (Toledo)
TELÉFONO: 925 355 407
WEB: restaurantecasaelena.com
FACEBOOK: facebook.com/Casaelenarestaurante
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TWITTER: twitter.com/casa_elena

Sofisticado y elegante.
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